miércoles, 16 de noviembre de 2011

Recuerdos

Tenía quince años en aquel entonces y era la primera vez que, ingenuo de mi, creía haber encontrado eso que desde la literatura, el cine y el arte nos quieren imponer con el llamativo nombre de "amor verdadero", sin saber en realidad que el mito de una pasión a lo Romeo y Julieta no sólo es escurridiza sino también, y aún más doloroso, fugaz cual golondrina en estación otoñal.

Ahora, contemplándolo en retrospectiva, me sonrío ante la muestra de tanta simplicidad y, en cierto punto, hasta siento compasión por ese candor adolescente que me hacía creer en la posibilidad de un amor que emulase a las más grandes pasiones de la antigüedad. Quizás lo cierto es que he crecido ya y, como tantas otras cosas, perdí mi inocencia y mis más sublimes quimeras juveniles; no consigo, por mucho que lo intente, volver a creer en clichés, ni en estereotipos trillados y, mucho menos, en promesas de pasión eterna. Sin embargo, en aquel verano de mis años mozos , gozosamente sofocado por el calor de un querer compartido, la satisfacción de una atracción mutua y el éxtasis que provocaban esas caricias tímidas e iniciáticas, la vida me parecía un inmenso campo de ilusiones y todo, verdaderamente todo, se me antojaba posible.

Luego el tiempo se encargaría de marchitar esos sueños y la realidad -ruda, cruel y despiadada como la vida misma- terminaría haciendo trizas los muros invisibles de esos castillos que, juntos como en el poema de Benedetti, habíamos erigido en los aires.

Sin embargo, y más allá de que el olvido haya arrasado como un viento huracanado con las ruinas de la memoria y el tiempo se haya ensañado con las nieblas del recuerdo, lo cierto es que guardo un especial cariño hacia aquel estío, dulce estación veraniega en que yo jugaba a ser Tristán y ella, enigmática y silenciosa, se disfrazaba de Isolda, deleitándose con las armas que los dioses han concedido a las mujeres para perdición nuestra y regocijo del mundo entero.

Fue un verano caluroso, o por lo menos eso creo recordar, de días -y noches- en la playa, de descubrimientos y sorpresas, de cremas y pieles enrojecidas, de excesos sin límites, de libertades y, por sobre todas las cosas, de promesas que jamás habrían de cumplirse. Fueron los meses más violentos, ardorosos, salvajes y dolorosos de mi vida. Fue la estación florida que habría de asistir a la metamorfosis de un niño que dejaba de ser tal y, por esos azares que tiene el destino y esas tretas que nos gastan los hados, cruzaba los umbrales de la adultez.

Ella era más grande y estoy seguro que secretamente, muy dentro de su interior, sospechaba lo que habría de ocurrir; yo sin embargo, inmerso como estaba en un paroxismo de emociones, placeres y hedonismos recién revelados, apenas si podía imaginar la decisión que lentamente se gestaba en su mente. No sabía aún que la providencia juega con naipes marcados y que a la fatalidad nadie le ha podido ganar.

Todo termina; bien o mal todo acaba por concluir, e incluso el amor más encendido puede apagarse en lo que dura un suspiro de melancolía. Si hasta Roma habría de ser derrumbada y hoy, como dijo alguna vez Quevedo "Yace donde reinaba el Palatino; y limadas del tiempo, las medallas más se muestran destrozo a las batallas de las edades que blasón latino", ¿Como no habría entonces de concluirse un amor condenado desde el principio?

De un día para otro, sin previo aviso, ni posibilidad de discusión ella decidió abandonarme, escaparse, huir no sólo de mi sino también de aquella playa, de la ciudad cercana, del mismo país en el que habitábamos, emprendiendo un nuevo rumbo en la persecución de sus sueños, de aquellas nuevas metas que había sabido inventarse sin mí, sin nosotros, sin nada que recordase aquel verano. Todos, cual D'Artagnan, hemos tenido alguna vez una Milady que, tras enloquecernos la razón, nos abandona en las ruinas temblorosas de nuestras propios ilusiones.

No recuerdo si lloré o no; tal vez si, de seguro alguna lágrima fugaz debe haber empañados mis mejillas. Sé, eso si, que pese a haberle suplicado más de una vez que reconsiderase su elección el día de su partida -el corazón sangrante, el alma fría, el orgullo herido- no quise discutir, asentí antes su razones como si de veras creyera las mentiras con que ella me regalaba y quizás de hecho las creí porque, al fin y al cabo, la verdad era demasiado difícil de digerir.

Fueron los segundos más lentos y dolorosos de mi vida, de eso estoy seguro. Hasta el último instante mi mente se aferró a la esperanza sin sentido de que, por una vez en mi existencia, me tocara jugar el papel de Ulises y no el de Penélope.

Sé también que luego, cuando finalmente perdida ya toda ilusión la vi alejarse por la estrecha cinta del asfalto hacia el incierto horizonte, no corrí tras sus pasos, no grité sus nombre ni invoque su presencia, no la maldije ni la ofendí con el nombre de Dama de las Camelias, no le declaré mi "odio eterno" pese a los consejos de Serrano. No hice ningunas de esas cosas con que los amantes despechados nos obsequian en la pantalla de un cine, las páginas de un libro o el escenario de un teatro. Me mantuve inmóvil, silencioso, sin mover siquiera una mano en ademán de saludo; no hice ni dije nada de lo que hubiera querido decir o hacer y luego, durante mucho tiempo, tendría sobradas oportunidades de arrepentirme.

De todos modos lo cierto es que me quedé solo; solo con el mar, las olas, el viento entre los riscos, un verano que agonizaba bajo un cielo que sangraba atardeceres y un otoño que se avecinaba tan melancólico y triste como gris y lluvioso, sintiendo la misma angustia de los amores no correspondidos que una vez, hacia ya tantos años, había carcomido el alma del pobre Dante.

Durante mucho tiempo pensé en ella -¿Por qué negarlo?, en nosotros, en todo lo que podía haber sido y al final no fue, deteniéndome siempre -con esa insana obsesión de los masoquistas- no en el recuerdo de los besos dados sino en el de aquellos que nos habíamos negado, de las caricias que perdiéramos, de las tardes de pasión olvidadas.

Sin embargo el tiempo todo lo cura, hasta el mal de amores cura y, poco a poco, a lo largo de los seis años que pasaron desde entonces fui comprendiendo que, pese a lo mucho que lo había deseado, jamás habíamos sido París y Helena, ni Rudolf y Flavia, ni Bussy y la dama de Monsoreau y, mucho menos, Romeo y Julieta; o quizás sí, quizás verdaderamente nos habíamos asemejado a ellos y compartíamos el destino trágico que había ensangrentado sus amores.

Sea como sea lo cierto es que conseguí olvidarla, volver a enamorarme, volver a perderlo todo y así en un círculo vicioso que es tan eterno como la vida misma, hasta que por fin los hados volvieron a castigarme con una de sus jugarretas.

Caminaba rumbo a la oficina cuando, casi por casualidad, la vi a ella -semejante a una diosa de la antigüedad- cruzando la calle opuesta. Seguía tan hermosa como siempre, su sonrisa era igual de triste que en la despedida de aquel entonces y sus ojos guardaban el brillo que una vez había sabido deslumbrarme.

La observé de lejos, me saludó con un ademán de la mano, la saludé también yo; hizo ademán de acercarse y yo, decidido por una vez en la vida, apresuré el paso y me alejé con movimientos raudos. Ella se quedó parada mirándome extrañada, como si no comprendiese mi súbito desconocimiento y yo, mientras me perdía en las brumas grises de la tarde, descubrí que me alegraba de que me hubiera dejado abandonado aquel verano de hacia ya tantos años...

12 comentarios:

  1. ¿Conoces la canción de Marwan "El proximo verano"? pues creo que va que ni pintada para esta entrada, además junto a Ismael Serrano!

    Besos

    http://www.youtube.com/watch?v=lU-MVqx1-5c&feature=related

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  2. Lo que es la vida que nos pone y nos trae a su antojo sin saber cuál es su finalidad. Y aquí seguimos esperando la nada porque es la única forma de conseguir algo. ;)

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  3. Luciérnagas: No la conocía pero es una hermosa canción, y con el acompañamiento de un grande como Ismael pues hasta suena mejor. El problema es que no fui yo quien sólo quiso "un amor eterno de tres meses", fue ella...

    Ardid: Gracias por pasarte por aquí. No creo que esperemos la nada, me parece que en realidad esperamos "el todo" y muchas veces el destino nos recompensa con "la nada"

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  4. Una vez alguien me dijo, que mi melancolía, mi tristeza por no hallar lo que en aquellos libros, novelas, historias de la gran pantalla, mostraban…cual Romeo y Julieta…era porque yo estaba locamente enamorada del “amor”…
    Creo que por entonces no lo entendí…o me negaba a entenderlo, a creerlo…pues quería que sí existiera, ese amor puro y verdadero, único y especial…
    Mi madurez, mi sensatez, de la que suelo huir a menudo…al fin me hizo ver la realidad sobre el amor, o al menos mi realidad, pues nadie manda ni sabe de los sentimientos, ellos tienen vida propia…
    El amor no es, no tiene definición, es vulnerable, etéreo, incluso divino…
    Un sentimiento que nos inunda de pronto, que nos hace perder incluso la razón, que nos eleva, nos impulsa al cielo, nos hacer ser frágiles, nos daña, e incluso así vamos tras él…es como una droga…una vez lo pruebas quieres mas…extraer todo su néctar…su dulce miel…
    Pero cuando ya has llegado ahí arriba, cuando ya has sentido toda esa plenitud…las nubes en las que antes te mecías…van disipándose, tu cuerpo comienza a pesar de nuevo…y por alguna razón, comienzas a descender…
    Por supuesto hay quien siempre permanece arriba…pero no con la intensidad del primer día…
    Comparable a una estrella fugaz…hermosa…intensa…pero única en un único momento, para dejar tras ella, solo un alo de luz, de recuerdos, de lo que fue…
    No creo en el amor…creo en las personas, creo en el alma y lo que ella es capaz de hacernos sentir…quizá unas horas…quizá toda una vida…pero en cualquier caso, siempre vale la pena, pues es ella la que nos recuerda lo que somos, lo que sentimos, y lo que en verdad necesitamos para vivir…

    Y de nuevo tus letras me inspiran, mi querido amigo…impregnadas en un sentir maravilloso, profundo e intenso…y eso somos…ojala el mundo se diera cuenta de ello…

    Un placer leerte…

    Bsos

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  5. A mi una vez me dijeron lo mismo y, aun peor, insistieron en que sólo me enamoraba del amor imposible, de ese que -según Ismael Serrano- escribe canciones en el trazo de una estrella. Quizás el problema sea que nos empeñamos en buscar eso que tu has llamado "una pasión a lo Romeo y Julieta" aun sabiendo que no existe, pensando tal vez que la mera búsqueda habrá de redimirnos o soñando quizás que el destino habrá de sonreírnos y, casi de casualidad lograremos encontrar a esa media mitad nuestra que habrá de completarnos y hacernos feliz. Aunque claro, también es cierto lo que tu dices, y tras cada amor llega siempre la correspondiente desilusión, el abatimiento, el desengaño, la tristeza y -finalmente- el olvido...
    Como siempre tus comentarios enriquecen este blog así que muchas gracias por pasarte Gine. Besos

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  6. Encantador lugar, exquisito tesoro en letras!

    Un placer haber seguido, hasta aquí, sus pasos desde mi playa, en la que dejó sus huellas que agradezco y disfruto!

    Felicidades!

    Mis saludos azules con aroma a algas...

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  7. Escribes muy bien, gracias por pasarte, te sigo.
    Un besito:)

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  8. Algamarina: El placer es todo mío por tenerte por aquí. Sus saludos son bien recibidos y su brisa marina me inunda de un renovado frescor tan necesario en estos días. Lo dicho, gracias por visitarme y marcar con tu esencia este pequeño espacio.

    Diario de una psicópata: Gracias a ti. Nos estaremos leyendo, te mando un beso grande.

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  9. Una maravilla de historia. Hay que quedarse con lo positivo de todo aquello que se vive: has sentido algo que mucha gente nunca tendrá el placer de sentir. Doloroso, pero tan increíble mientras se vive que, cuando recapitulas, acaba mereciendo la pena.
    A veces cuesta mucho creer que algo así pueda existir y, más aún, que si algún día aparece pueda durar eternamente y su inevitable final sea feliz. Supongo que la ficción ha puesto el listón demasiado alto para quienes nos hemos querido creer sus historias de color de rosa.
    De verdad, precioso.

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  10. Hola Fernando, gracias por pasarte por mi blog, yo estoy encantada de pasarme por el tuyo. Veo que has empezado hace poco, pero con muy buen pie! Preciosa historia. Ahora quiero más! Nos leemos. Un abrazo.

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  11. Hibiscus: Muchísimas gracias por tus palabras. Yo ya no creo en las historias con finales felices, pero a veces extraño esa serena inconsciencia de mi juventud que me hacía creer que todo era posible, que el amor duraba eternamente y que no había fuerza capaz de rivalizar con el. He crecido -lamentablemente- y he absorbido demasiada realidad de golpe; a veces preferiría seguir viviendo en una ficción inventada que en un día a día tan real.
    Como siempre un verdadero gusto -y un placer- tenerte por aquí.

    Luth: Bienvenida a este pequeño rincón, muchas gracias por tus palabras y tu aliciente, me llena de felicidad saber que te ha gustado la historia. Seguiremos leyéndonos. Un abrazo grande

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  12. Vuelvo por éste tu lugar de letras y sentir, para mandarte un cálido y sincero abrazo, y desearte un feliz comienzo de año…

    Bsazos amigo! Muackss!! ;-)

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